Las características principales del renting y el leasing

El renting y el leasing están principalmente asociados y enfocados a las distintas formas de financiación de las que disponen y de las que pueden disfrutar las empresas.

A la hora de conseguir o de renovar los materiales de los que dispone la empresa, véase el caso de los equipos informáticos o de los vehículos, la empresa puede tomar tres decisiones, comprar dichos bienes o optar por la modalidad del renting o del leasing.

El leasing es un concepto más enfocado al largo plazo puesto que su objetivo principal es la posesión final del bien en cuestión. A pesar de ser un alquiler este tipo de contrato permite la compra de dicho bien, de modo que la empresa pagará mensualmente una cuota a modo de alquiler durante el periodo que se haya acordado y si finalmente decide quedárselo podrá hacerlo. El periodo mínimo de este tipo de contrato es de dos años y a partir de aquí las clausulas pueden modificarse dependiendo de cada caso.

El renting es un contrato en el que no figura la opción de compra al final de dicho contrato. Está enfocado al corto plazo y sobre todo busca la funcionalidad del momento en cuestión en el que se necesita dicho bien.

Además otra de las ventajas del renting frente al leasing es que se podrá solicitar el cambio de dicho bien en el momento que se considere oportuno, por lo que no hay periodos mínimos de duración de dicho contrato. Sin embargo, las cuotas de este contrato suelen ser más elevadas que las del leasing porque en ellas van incluidos los gastos de mantenimiento de dicho bien, es decir que en el caso de un vehículo se hace cargo del pago de los impuestos, del seguro a todo riesgo, de la asistencia en carretera, entre muchos otros servicios.

Estos dos conceptos, tal y como hemos señalado anteriormente, están más enfocados a las pequeñas y medianas empresas y a los autónomos. El renting y el leasing ofrecen ventajas como la renovación rápida y flexible de los distintos bienes que componen y que son fundamentales para el desarrollo adecuado de dichas empresas.

En el caso del leasing al acabar el contrato la empresa podrá optar por tres salidas, devolver el vehículo al arrendatario, prorrogar el contrato o hacer efectiva la opción de compra. No hay que olvidar que en el caso de que alguna de las partes del contrato, tanto la empresa como el arrendatario, no cumplan con las obligaciones y con las cláusulas del contrato se podrá extinguir dicho acuerdo rescindiendo el contrato.

Sin embargo, el renting permite únicamente dos opciones al concluir dicho contrato. Se podrá devolver el vehículo al arrendatario, o también se podrá prorrogar la duración de dicho contrato acorde con unas condiciones que establecerá nuevamente el arrendatario. Y al igual que en el caso anterior también se puede producir la extinción de dicho contrato por el incumplimiento de cualquiera de las partes de las cláusulas de dicho contrato.

En conclusión, podemos destacar que el renting es un alquiler a largo plazo de activos fijos que se suele utilizar por parte de las pequeñas y medianas empresas y de los autónomos para adquirir vehículos, equipamiento informático, ofimático, etc.

En el caso del leasing, podemos señalar que se trata de un alquiler que permite la opción de compra de los activos fijos. Este tipo de contrato está especialmente enfocado a los autónomos y pequeños y medianos que necesitan y buscan adquirir bienes de equipo, medios de transporte, como pueden ser coches o furgonetas, equipamiento para sus oficinas, entre muchos otros servicios y bienes necesarios en el funcionamiento diario de una empresa.